El nuestro es un mundo construido sobre la base de una gran falsedad: Dios, los dioses.
Las religiones son cosmovisiones oníricas, edificaciones de humo, la cultura que nos sostiene se ha levantado sobre utopías envolventes que se erigieron en verdades absolutas, interpretaciones exclusivas, imposiciones excluyentes.
Todo lo que se aprecia como bueno, útil, bello, está contaminado de ilusión, de respuesta equívoca.
La humanidad reciente aún está sometida a las respuestas de quien prefiere ver afuera a mirar adentro, de quien viendo afuera no ve realidad sino fantasía.
Los atisbos de racionalidad nos proporcionan esperanza, pero la tarea de construir una humanidad sin dioses espera al final del camino, donde la luz es claridad de mente y encuentro con el universo.
La libertad empieza cuando nos despojamos del "dios respuesta" que nos ata y nos planteamos preguntas acerca de él, que inevitablemente nos llevan al ser humano. Es en ese camino que lograremos salir de la cueva platónica y hallar la verdad, cuando entendamos que el universo se manifiesta a nosotros y a nadie más.
Nos corresponde hallar la forma de conocerlo.
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