viernes, 29 de junio de 2012


Algunos pareceres de Nietzsche.

Posted in ArtículosPersonajes by Alguien on 2 agosto 2009
Por Jorge Luis Borges.
“Siempre la gloria es una simplificación y a veces una perversión de la realidad; no hay hombre célebre a quien no lo calumnie un poco su gloria. Para América y para España, Arturo Schopenhauer es primordialmente el autor de El amor, las mujeres y la muerte: rapsodia fabricada con fragmentos sensacionales por un editor levantino. De Friedrich Nietzsche, discípulo rebelde de Schopenhauer, ya observó Bernard Shaw (Major Barbara, Londres, 1905) que era la víctima mundial de la frase «bestia rubia» y que todos atribuían su renombre y limitaban su obra a un evangelio para matones. A pesar de los años transcurridos, la observación de Shaw no ha perdido en validez, si bien hay que admitir que Nietzsche ha consentido y tal vez ha cortejado ese equívoco. En sus años finales aspiró a la dignidad de profeta y sabía que ese ministerio es incompatible con un estilo razonable o explícito. El más famoso (no el mejor) de sus libros es un pastiche judeo-alemán, un prophetic book más artificial y harto menos apasionado que los de Blake. Paralelamente a la composición de su intencionada obra pública, Nietzsche apuntaba en otros cuadernos los razonamientos capaces de justificar esa obra. Esos razonamientos (y toda suerte de meditaciones afines) han sido organizados y editados por Alfred Baeumler y componen dos tomos de cuatrocientas y quinientas páginas cada uno. La obra general se titula -algo torpemente- La inocencia del devenir y ha sido publicada en 1931 por Alfred Kröner. «En los libros publicados», escribe el editor, «Nietzsche habla siempre ante un adversario, siempre con reticencias; en ellos predomina el primer plano, como lo ha declarado el mismo autor. En cambio, su obra inédita (que abarca de 1870 a 1888) registra el fondo de su pensamiento, y por eso no es obra secundaria, sino obra capital».
Este fragmento – el 1072 del primer volumen- es un testimonio patético de su soledad: «¿Qué hago al borronear estas páginas? Velar por mi vejez: registrar para el tiempo, cuando el alma no puede emprender nada nuevo, la historia de sus aventuras y de sus viajes de mar. Lo mismo que me reservo la música para la edad en que esté ciego.»
«Es común identificar a Nietzsche con las intolerancias y agresiones del racismo y elevarlo (o denigrarlo) a precursor de esa pedantería sangrienta; veamos lo que Nietzsche -buen europeo, al fin- pensaba hacia 1880 de tales problemas. «En Francia -anota- el nacionalismo ha pervertido el carácter; en Alemania, el espíritu y el gusto: para soportar una gran derrota -en verdad, una definitiva- hay que ser más joven y más sano que el vencedor».
La reserva final no debe impulsamos a creer que las victorias de 1871 lo regocijaban con exceso. El fragmento 1180 del segundo volumen declara: «Para entusiasmarnos por el principio, Alemania, Alemania encima de todo, o por el imperio alemán, no somos lo bastante estúpidos»; poco antes observa: «Alemania, Alemania encima de todo, es quizá el lema más insensato que se ha propalado jamás. ¿Por qué Alemania -pregunto yo- si no quiere, si no representa, si no significa algo de más valor que lo representado por otras potencias anteriores? En sí, es sólo un gran Estado más, una bobería más en la historia.»l antisemitismo lo mueve a las siguientes observaciones: «Encontrar un judío es un beneficio sobre todo cuando se vive entre alemanes. Los judíos son un antídoto contra el nacionalismo, esa última enfermedad de la razón europea… En la insegura Europa son quizá la raza más fuerte: superan a todo el occidente de Europa por la duración de su proceso evolutivo. Su organización presupone un devenir más rico, un número mayor de etapas que el de los otros pueblos… Como cualquier otro organismo, una raza sólo puede crecer o perecer: el estancamiento es imposible. Una raza que no ha perecido, es una raza que ha crecido incesantemente. La duración de su existencia indica la altura de su evolución: la raza más antigua debe ser también la más alta. En la Europa contemporánea los judíos han alcanzado la forma suprema de la espiritualidad: la bufonada genial.»
«Con Offenbach, con Enrique Heine, la potencia de la cultura europea ha sido superada: las otras razas no tienen la posibilidad de ser ingeniosas de esa manera… En Europa son los judíos la raza más antigua y más pura. Por eso la belleza de la mujer judía es la más alta.»
Examinado con alguna imparcialidad, el párrafo anterior es muy vulnerable. Su propósito es refutar (o molestar) al nacionalismo alemán; su forma es una afirmación y una hipérbole del nacionalismo judío. Este nacionalismo es el más exorbitante de todos; pues la imposibilidad de invocar un país, un orden, una bandera, le impone un cesarismo intelectual que suele rebasar la verdad. El nazi niega la participación del judío en la cultura de Alemania; el judío, con injusticia igual, finge que la cultura de Alemania es cultura judía. Por lo demás, el pensamiento de Nietzsche debe haber sido más imparcial que sus afirmaciones; sospecha que se dirigía, in mente, a alemanes incrédulos e indignables.
En otro lugar escribe proféticamente: «Los alemanes creen que la fuerza debe manifestarse por el rigor y por la crueldad. Les cuesta creer que puede haber fuerza en la serenidad y en la quietud. Creen que Beethoven es más fuerte que Goethe; en eso se equivocan.»
Este fragmento -el 1168- no carece tal vez de actualidad y aun de futuridad: «Todos los verdaderos germanos emigraron; la Alemania actual es un puesto avanzado de los eslavos y prepara el camino para la rusificación de la Europa.» Inútil agregar que esa doctrina puede congregar escasos prosélitos en la Alemania de hoy. El país está regido por germanistas que preconizan la anexión de ciertos vecinos porque son de raza germánica y de ciertos otros vecinos porque son de raza inferior. Esos peligrosos etnólogos afirman un predominio germánico en Escandinavia, en Inglaterra, en los Países Bajos, en Francia, en Lombardía y en Norteamérica: hipótesis que no les prohíbe atribuir a Alemania la exclusiva representación de esa ubicua raza.
En otro lugar dice Nietzsche: «Bismarck es un eslavo. Basta mirar las caras de los alemanes: emigraron todos los que tenían sangre varonil, generosa; la lamentable población que no se movió, el pueblo de alma servil se mejoró después con alguna adición de sangre extranjera, principalmente eslava. La mejor sangre de Alemania es la sangre aldeana: por ejemplo, Lutero, Niebuhr, Bismarck.»
Movilizar contra Alemania el párrafo que acabo de trasladar sería una ligereza y una injusticia. Una de las capacidades geniales del intelectual alemán -no sé si del francés- es la de no ser accesible a las supersticiones del patriotismo. En trance de ser injusto, prefiere serlo con su propio país. Nietzsche – no nos dejemos desviar por su nombre polaco – era muy alemán. Una de las amonestaciones que hemos leído nos exhorta a no confundir la mera violencia y la fuerza: así no hubiera hablado Zarathustra si hubiera tenido presente esa distinción.
En el fragmento 1139, Nietzsche condena con plenitud la obra de Lutero; en el fragmento 501 escribe, sin embargo: «El hombre hace que un acto sea meritorio, pero es imposible que un acto dé méritos a un hombre.» También es imposible formular con menos palabras la doctrina que opuso Martín Lutero a la doctrina de la salvación por las obras.
En aquel ruidoso y casi perfectamente olvidado volumen -Degeneración- que tan buenos servicios prestó como antología de los escritores que el autor quería denigrar, Max Nordau vio en el carácter fragmentario de las obras de Nietzsche una demostración de su incapacidad para componer. A ese motivo (que no es lícito excluir y que no es importante) podemos agregar otro: la vertiginosa riqueza mental de Nietzsche. Riqueza tanto más sorprendente si recordamos que en su casi totalidad versa sobre aquella materia en que los hombres se han mostrado más pobres y menos inventivos: la ética.
Excepto Samuel Butler, ningún autor del siglo XIX es tan contemporáneo nuestro como Friedrich Nietzsche. Muy poco ha envejecido en su obra, salvo, quizás, esa veneración humanista por la antigüedad clásica que Bernard Shaw fue el primero en vituperar. También cierta lucidez en el corazón mismo de las polémicas, cierta delicadeza de la invectiva, que nuestra época parece haber olvidado”.
Fuente: Diario “La Nación”, Buenos Aires, 11 de febrero de 1940.

Versos olvidados: La Oración del Ateo.

Posted in Poesía by Alguien on 3 agosto 2009
La oración del ateo.Extraido de: Rosario de sonetos líricos de Miguel de Unamuno.
Oye mi ruego Tú, Dios que no existes,
y en tu nada recoge estas mis quejas,
Tú que a los pobres hombres nunca dejas
sin consuelo de engaño. No resistes

a nuestro ruego y nuestro anhelo vistes.
Cuando Tú de mi mente más te alejas,
más recuerdo las plácidas consejas
con que mi ama endulzóme noches tristes.

¡Qué grande eres, mi Dios! Eres tan grande
que no eres sino Idea; es muy angosta
la realidad por mucho que se expande

para abarcarte. Sufro yo a tu costa,
Dios no existente, pues si Tú existieras
existiría yo también de veras.

La mente busca lo muerto pues lo vivo se le escapa; quiere cuajar en témpanos la corriente fugitiva, quiere fijarla. Para analizar un cuerpo, hay que menguarlo o destruirlo. Para comprender algo hay que matarlo, enrigidecerlo en la mente. La ciencia es un cementerio de ideas muertas, aunque de ellas salga vida. También los gusanos se alimentan de cadáveres. Mis propios pensamientos tumultuosos y agitados en los senos de mi mente, desgajados de su raíz cordial, vertidos a este papel y fijados en él en formas inalterables, son ya cadáveres de pensamientos. ¿Cómo pues, va a abrirse la razón a la revelación de la vida? Es un trágico combate, es el fondo de la tragedia, el combate de la vida con la razón“. (Del sentimiento trágico de la vida, Miguel de Unamuno)

martes, 26 de junio de 2012

ENCONTRAR A DIOS ANTES DE MORIR





Me preocupa que busquemos a Dios en la vejez y no lo hayamos buscado cuando teníamos tiempo para encontrarlo. 


Y no es que de pronto haya descubierto "la luz y la verdad". Lo que ocurre es que la experiencia tardía de un dios salvador o redentor constituye un acto desesperado por hallar regocijo en un supuesto paraíso, por ahora negado para nosotros los "pecadores", o en todo caso en un purgatorio (creación del medioevo para salvar a prestamistas y banqueros). 


Así pues, buscar a Dios en el crepúsculo de nuestras vidas no es signo de madurez, no es signo de arrepentimiento, no es señal de sabiduría ni de sensatez, lamentablemente es muestra de temor irracional, de no saber que va a pasar ni a donde voy a ir, de reconocerme pecador y creer que hay un cielo esperándome al final del purgatorio y de un tiempo final de arrepentimiento. 


Y ello ocurre por haber estado atado a una vida sin reflexión, sin cuestionamiento, sin curiosidad, sin dudas acerca de la realidad y Dios, descuidando algo que es realmente valioso, la libertad, no esa que nos habla de un más allá glorioso, sino aquella que es opción racional, esa que nos aleja de dioses y nos acerca más al hombre.


Probablemente soy muy categórico, poco objetivo, reduccionista y nada reflexivo, pero se trata de una opinión que se sustenta en una percepción absolutamente racional del problema. En la que Dios es parte de una conciencia mítica que sirve de explicación al vacío cultural que el hombre mantiene y contradictoriamente alimenta, por estar enredado en un circulo vicioso de fantasías esclavizantes con las que se ha entregado a su propia creación, la de religiones y dioses que hoy le impiden actuar con libertad.

lunes, 25 de junio de 2012

Le dan 7 años de cárcel por publicar caricaturas de Mahoma


Fuente: EXCELSIOR de México

Human Rights Watch señaló que el caso pone de relieve la necesidad de eliminar lo que describió como las leyes represivas

PERO.... ESE NO ES MAHOMA...

CIUDAD DE MÉXICO, 25 de junio.- Un tribunal de Túnez rechazó la apelación de un hombre que fue condenado a más de siete años de cárcel por publicar caricaturas del profeta Mahoma en su página de Facebook.


Jabeur Mejri fue sentenciado en marzo, luego de colocar los dibujos en la red social Facebook.

La organización de derechos humanos Human Rights Watch señaló que el caso pone de relieve la necesidad de eliminar lo que describió como las leyes represivas que datan del período de gobierno del depuesto presidente de Túnez Zine el Abidine Ben Ali.






jueves, 21 de junio de 2012

El Vaticano investiga el vídeo de un obispo en actitud cariñosa con una mujer


Yahoo! Noticias – mié, 20 jun 2012

La Iglesia vuelve a estar rodeada de polémica. Si no tenían suficiente con las filtraciones de documentos secretos difundidos por el mayordomo del Papa, o con la 'rebelión' de las monjas estadounidenses condenadas por su tolerancia a la unión homosexual y el divorcio, ahora el quebradero de cabeza ha sido provocado por un obispo que ha sido pillado en actitud cariñosa con una mujer.

El Vaticano investiga así un vídeo, fechado en enero de 2011 según medios argentinos, en el que Fernando María Bargalló, obispo de Merlo-Moreno y presidente de Cáritas Latinoamérica, abraza a una mujer en el agua en una exclusiva playa de México.

El obispo, de 59 años, ha negado que mantenga una relación desde hace meses con esta mujer, como algunos medios indican, sino que se trata de "una amiga de la infancia" y ha pedido perdón por las "malas interpretaciones" que están imágenes hayan podido suscitar.
Pero además del debate moral por la supuesta relación amorosa que el sacerdote podría mantener en paralelo a sus votos religiosos, el vídeo ha desatado un aluvión de críticas por el lujoso complejo turístico en el que se alojó el prelado.

Sea como fuere, las imágenes no han sentado nada bien en la Santa Sede. El nuncio apostólico Emil Paul Tscherrig ya ha hecho llegar un informe para realizar una investigación de los hechos, y algunas de las medidas que se estudian sería la salida inmediata de Bargalló de su cargo.





jueves, 14 de junio de 2012

domingo, 10 de junio de 2012

CARTA A JUAN LUIS CIPRIANI


Señor Cipriani:

Usted es una persona que, debido a su alto cargo eclesiástico vive alejado físicamente de la realidad nacional; sus vínculos con la Prelatura de la Santa Cruz y Opus Dei no han sido negados, a pesar que tal secta es conservadora y ajena a los intereses de un país en esencia pobre, ignorante y explotado, que alienta el asistencialismo y se reúne en torno a una aristocracia laíca, de contenido liberal y praxis maquiavélica; el sustento mismo de su pensamiento es la religión, una cosmovisión mítica, basada en supuestos no demostrables que han sido elaborados de manera subjetiva e irracional a través de los últimos dos milenios; en ese sentido, conserva un discurso y un pensamiento anacrónico que lamentablemente se ajusta al escaso nivel cultural de la mayoría de nuestra población, y finalmente, a lo largo del desempeño de su labor religiosa se ha aliado o relacionado usted con lo peor de nuestra política criolla (siguiendo el ejemplo de los que se aliaron al dictador Francisco Franco, en la España fascista). 

Su autoridad lamentablemente existe, pues además de provenir de la curia romana, los católicos lo escuchan y siguen, sea por su condición de pastor principal de su iglesia, o por el temor mismo que genera en los fieles la posibilidad de rechazar su mensaje o a su persona, temor que deriva de la propia naturaleza de la doctrina cristiana.

Por ello es que usted en particular, la iglesia cristiana y cualquier otra iglesia y religión en general son casusa de retroceso, oscuridad, sentimiento de culpa, temor infundado, incapacidad de apreciar la realidad para el ser humano y por ello deben ser rechazados, ejerciendo nuestro derecho de intolerancia a los que es absolutamente intolerable. En este caso no cabe respeto a personas e instituciones que degradan al ser humano y lo detienen en la posibilidad de su desarrollo. 

El amor, el respeto, la tolerancia, la solidaridad, la caridad, la piedad, la entrega, no son valores, principios ni actitudes exclusivamente cristianas, y lamentablemente no define bien al cristianismo últimamente stienen; por el contrario, es una constante que las autoridades de la Iglesia se han aprovechado de tales valores y tales discursos para vivir opulentamente, negando lo que originalmente fue el sentido de su ecclesia, explotando a los individuos, distorsionando sus mentes y forzándolos a actuar incluso contra su propia condición humana.  

No más iglesias, no más sacerdotes, no más religión, no más ilusión religiosa. Debemos volver al ser humano y la necesidad de conocer la realidad, sin obstáculos, sin temores, sin  intérpretes oficiales ni oficiosos, solos, como siempre hemos estado, y dueños de nuestro destino, para sobrevivir o para vivir mejor, pero con el ser humano como posibilidad, con el ser humano como realidad y con el ser humano como parte de un universo en el cual no somos sólo una anécdota, el experimento de alguien o el ejército, las huestes, los hijos, los siervos o la grey de nadie.

Humanos en suma, sin dioses, vinculados a la realidad, con esperanza en nosotros mismos

Cipriani sobre conflictos:"Un país así no vale la pena"


Fuente: TERRA
10 de junio de 2012 • 12:53 • actualizado a las 13:01
Cardenal Juan Luis Cipriani

Juan Luis Cipriani, arzobispo de Lima, pidió a los actores de los conflictos sociales a “respetar a la gran mayoría de peruanos que quieren caminar por las calles con tranquilidad y no en medio de escenarios violentos que complican la vida.”

“Qué feo, un país así no vale la pena”, manifestó en una entrevista a “RPP Noticias”

Por otro lado, Cipriani dijo que dichos actores “invocan la diálogo sin comprometerse con la verdad ni con los acuerdos.”

“En el circo dos payasos se ponen a hablar y no hay diálogo ni nada. Entonces, tampoco abusemos de palabras como diálogo, unidad, transparencia, equidad”, afirmó.

jueves, 7 de junio de 2012






LA RELIGION ES COMO UN CABALLO DE TROYA


La religión es como un caballo de Troya que aparece ante nosotros con la apariencia de un fenómeno superior y atrayente; frente al cual al parecer no caben defensas. Una suerte de prisión permanente, sin ataduras físicas, pero con las ataduras culturales heredadas e impuestas que hacen imposible la libertad humana.

Es verdad que la religión puede sensibilizar al hombre, proporcionarle una fe desmedida hasta la obseción, hacernos creer en un mundo mejor, e inclusive, en un momento de suma espiritualidad, dar amor. Pero lamentablemente, las religiones convierten al ser humano en un instrumento de algo que no sabemos en verdad qué es (por más fe que se tenga), hace de la vida un momento para sentir culpa, temor y compromiso con un supuesto creador (a pesar de la supuesta felicidad que creemos sentir) y nos confronta con una utopía irracional que trunca la posibilidad del ser humano en beneficio de la posibilidad del mito religioso. 

Es difícil la vida, pero no hay otra, ni antes ni después, y hay que vivirla con uno mismo y con los demás. La existencia es una suma de aprendizajes, y en ese proceso debemos desechar de manera gradual aquello que niega o limita al ser humano como posibilidad. 

En estos tiempos se requiere un  nuevo humanismo, que termine por liberar al hombre de las ataduras de si mismo, que en gran medida son las ataduras de la religión. La verdadera libertad es la posibilidad de elegir; sin amos, sin ideas que limiten, sin temores que contraigan, sin más posibilidad que la que uno mismo se crea en armonía con los demás. 



domingo, 3 de junio de 2012


“Somos esclavos de los dioses,
sean lo que sean los dioses”

En: Orestes
Eurípides

DEL VENENO DE LOS BORGIA AL PEDERASTA MACIEL

FUENTE : EL PAIS
LOLA GALÁN

JUAN PABLO II CON SU AMIGO Y PROTEGIDO
MARCIAL MACIEL, EN 1979.
¿Cuervos en el Vaticano? ¿Maledicencia y cuentas pendientes solventadas en los medios de comunicación? Peccata minuta frente al historial de escándalos del Estado pontificio, un territorio de apenas medio kilómetro cuadrado donde las luchas de poder y la ambición sin límites han creado un microclima insano durante siglos. No hay que retrotraerse a los tiempos de los Borgia (convertidos con fama de envenenadores en chivos expiatorios de toda la depravación del Renacimiento italiano), para encontrar episodios sombríos en este supuesto centro de la espiritualidad cristiana. El 28 de septiembre de 1978 moría a los 65 años Juan Pablo I, el italiano Albino Luciani, a los 33 días de ser elegido Papa. Oficialmente, murió de un infarto, pero el cadáver de un pontífice no es sometido nunca a autopsia. Las teorías conspirativas se dispararon, hasta alcanzar al obispo Paul Marcinkus, responsable entonces del IOR (Instituto de Obras de Religión), la banca vaticana. ¿Se había negado Juan Pablo I a tapar el escándalo que sobrevolaba las finanzas vaticanas? Los datos que se conocen hacen poco plausible esta hipótesis, pero es cierto que Marcinkus, un fornido prelado estadounidense, de origen lituano, que se había convertido en la sombra de Pablo VI, tenía motivos para lamentar la muerte de este. Su relación con Michele Sindona, un banquero ligado a la Mafia, desató las sospechas sobre el manejo de dinero ilícito procedente de Estados Unidos. El escándalo estalló en 1982, con la bancarrota fraudulenta del Banco Ambrosiano, una institución católica de la que el Banco Vaticano era principal accionista. La Santa Sede aceptó pagar millones de dólares en compensaciones a entidades extranjeras afectadas por el hundimiento del Ambrosiano. Roberto Calvi, presidente del banco, y Sindona, optaron, supuestamente, por suicidarse. Marcinkus encontró, sin embargo, la protección de Juan Pablo II, sucesor del papa Luciani, que lo mantuvo en el cargo hasta 1989. Un año antes de que se consumara la bancarrota del Ambrosiano, el Papa polaco sufrió un atentado gravísimo, que las sucesivas investigaciones judiciales, y el posterior juicio no han logrado esclarecer del todo. Otro tanto puede decirse del asesinato, a manos de uno de los guardias suizos, del comandante de esta histórica tropa papal, Alois Estermann, el mismo día en que era confirmado en su puesto, en mayo de 1998. El Vaticano manejó mejor este asunto explosivo, pero tampoco logró evitar la gigantesca rumorología en torno a él. Eran años en los que Juan Pablo II viajaba por el mundo y recibía en el Vaticano, como a un amigo personal, al sacerdote Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, una comunidad de religiosos con enorme desarrollo y predicamento en México y otros países. Maciel era un personaje influyente en los palacios vaticanos y uno de los más queridos colaboradores del Papa. Con gran discreción, aportaba dinero a las arcas, siempre exhaustas, de la Iglesia, y llenaba con multitudes las ceremonias religiosas presididas por Wojtyla. Pero la conducta del mexicano estaba ya en boca de todo el mundo. Numerosas denuncias de exlegionarios lo describían como un sujeto cínico y amoral, y un pedófilo desatado. Juan Pablo II se resistió hasta su muerte, en la primavera de 2005, a que se tomaran medidas contra Maciel, que abandonó un año antes su puesto al frente de los legionarios, y murió en 2008, con 89 años, sin ser molestado por nadie. Joseph Ratzinger, que sucedió a Wojtyla al frente de la Iglesia con la promesa de acabar con la corrupción interna, archivó la investigación sobre Maciel. Pero a la muerte del fundador quedó claro su historial sexual de un depravado sin atenuantes.

NIDO DE CUERVOS EN EL VATICANO

FUENTE : EL PAIS
La detención del mayordomo del Papa ha dejado al descubierto una guerra de poder en el Vaticano. El cardenal Bertone ha enviado al exilio a algunos de sus colaboradores más queridos. Benedicto XVI trata de obtener una tregua, pero la lucha es encarnizada
PABLO ORDAZ 3 JUN 2012 - 00:00 CET495


El secretario de Estado del Vaticano Tarcisio Bertone,
 cuando concluyó el cónclave que eligió al Papa Benedicto XVI en 2005. /
 ALESSANDRO BIANCHI (REUTERS)

En esta historia llena de traición, malas artes, soldados del Altísimo que luchan por el poder con armas del demonio, un mayordomo ladrón, un Papa enfermo y un banco que usa el nombre de Dios en vano, tal vez el único hombre bueno sea el padre George.
George Gänswein es alemán, tiene 57 años, 1.80 de estatura, cuerpo de atleta, pelo rubio, ojos claros. Desde hace nueve años es el secretario personal de Joseph Ratzinger y, desde hace algunos meses, su único antídoto contra el aire envenenado del Vaticano. Un día no muy lejano, a su número de fax —al alcance de muy pocos— llegó una carta muy comprometedora dirigida al Papa. Después de que Benedicto XVI la leyese, monseñor Gänswein decidió guardarla en su pequeña oficina situada dentro del apartamento papal. No convenía que aquella misiva anduviese danzando por un Vaticano convertido en campo de batalla. Por eso, cuando el padre George la vio publicada en un libro junto a decenas de documentos secretos, supo enseguida que el traidor, el cuervo, el topo, tenía que ser alguien muy cercano. Alguien de la familia.
Así se les llama intramuros. La familia pontificia. La familia del Papa. Los habitantes del Apartamento —así, con A mayúscula, lo escriben en el Vaticano—en el que Joseph Ratzinger, más casero que su antecesor, el muy viajero Karol Wojtila, pasa la mayor parte del día. Además del padre George y del otro secretario, el sacerdote maltés Alfred Xuereb, “la familia del Papa” está compuesta por cuatro laicas consagradas —Carmela, Loredana, Cristina y Rosella—, una monja que le ayuda en los trabajos de estudio y escritura, sor Birgit Wansing, y un asistente de cámara, Paolo Gabriele, su fiel Paoletto, el primero que desde hace seis años le da los buenos días, lo ayuda a vestirse y a celebrar la misa, lo acompaña en todas las audiencias públicas y privadas, le sirve el café del desayuno, el vino de la comida y la infusión de la tarde, lo acompaña en sus paseos por el jardín de la azotea y, al caer la noche, le ayuda a desvestirse para irse a la cama.
La noche del martes 22 de mayo es la última que Paolo Gabriel, de 46 años, casado y con tres hijos, en posesión de la doble ciudadanía italiana y vaticana, acompaña al Papa. Al día siguiente, la Gendarmería del Vaticano se presenta en su casa de Vía de Porta Angelica, sobre el mismo muro que separa los dos Estados, y lo detiene. El secreto se mantiene dos días. El viernes 25, la noticia se filtra: detenido el mayordomo del Papa por desvelar y difundir documentos secretos. Los periodistas buscan imágenes del cuervo o traidor. No les resulta difícil encontrarlas. Basta con mirar las fotos del papamóvil. Junto al chófer, siempre con gesto serio, aparece Paolo Gabriel. Detrás, de pie, impartiendo bendiciones, el Papa, y en el último asiento, sonriente, el padre George…
Si no fuera por su físico —la revista Vanity Fair lo llegó a llamar monseñor George Clooney—, el teólogo alemán sería un perfecto desconocido. Hasta hace unos meses, George Gänswein ejecutaba en exclusiva su papel de discreto ayudante de Joseph Ratzinger, su sombra desde que, en 1996, el entonces cardenal prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, la antigua Inquisición, lo llamara a su lado. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, el padre George no ha tenido más remedio que desempeñar un papel más delicado: el de pasadizo secreto para ver al Papa. A sus 85 años, Benedicto XVI vive aislado en su apartamento, acorralado por las luchas entre los cardenales que tratan de ganar poder antes de la celebración del próximo cónclave. Ratzinger es un hombre anciano y enfermo, pero sobre todo es un hombre solo. Su viejo amigo y teórica mano derecha, Tarcisio Bertone, el secretario de Estado del Vaticano, se ha ido alejando de él y, al tiempo, se ha convertido en el enemigo a batir por el resto de los cardenales italianos. Lo acusan de una ambición desmedida, de relaciones peligrosas con los poderes fuertes italianos, incluso de dejarse influir por “ambientes masónicos”. El Papa, que en los últimos tiempos ha observado con tristeza cómo el cardenal Bertone ha despedido o enviado al exilio a algunos de sus colaboradores más queridos, siempre responde con la misma frase a quien le aconseja cambiar de secretario de Estado: “Ya soy un Papa viejo…”. Trata de obtener una tregua, pero el resultado es el contrario. La lucha es cada vez más encarnizada. Bertone se radicaliza y sus enemigos tampoco descansan. Sentado junto al fax del Apartamento, el padre George sigue recibiendo cartas espeluznantes dirigidas a Benedicto XVI.
Joseph Ratzinger no se parece en nada a Karol Wojtila. Bien es cierto que los unía una gran amistad y que Juan Pablo II se apoyó en el cardenal alemán hasta su muerte. El polaco era luminoso, cordial, infatigable. Se pasaba el día estrechando manos, sonriendo, recorriendo el mundo. Hasta el punto que, todavía hoy, cuando uno pasea por el centro de Roma, da la impresión de que el Papa sigue siendo el polaco, porque son sus postales las más presentes, las que más se venden. No era difícil, por tanto, hablar con Juan Pablo II, hacerle pasar un mensaje. A Benedicto XVI, en cambio, no le apasionan las relaciones humanas. Es tímido, aunque cordial, concienzudo, paciente, amante de la lectura, más pendiente de los asuntos del cielo que de los de la tierra. De hecho, solo algunos cardenales escogidos —Ruini, Scola, Bagnasco— han logrado mostrarle personalmente su opinión desfavorable a Bertone. Sucedió hace un año, durante un almuerzo en el palacio de Castel Gandolfo, la residencia veraniega del Papa. El resto se tiene que conformar con utilizar un canal. El del fax del padre George Gaenswein…
Un canal que, desde el pasado verano, deja de ser seguro. El primer golpe llega con la divulgación, a través de un programa de televisión, de una carta del arzobispo Carlo Maria Viganò, actual nuncio en Estados Unidos, en la que le cuenta al Papa diversos casos de corrupción dentro del Vaticano y le pide no ser removido de su cargo como secretario general del Governatorato —el departamento que se encarga de licitaciones y abastecimientos—. Viganò, sin embargo, es enviado lejos de Roma por el secretario de Estado, Tarcisio Bertone. Distintas fuentes aseguran que el Papa llegó a llorar con aquella decisión, pero no se atrevió a contradecir a Bertone. La segunda filtración destapa un supuesto compló para matar al Pontífice. Se trata de una carta muy reciente enviada a Benedicto XVI por el cardenal colombiano Darío Castrillón Hoyos en la que le cuenta que el cardenal italiano Paolo Romeo, arzobispo de Palermo (Sicilia), acaba de realizar un viaje a China durante el cual habría comentado: “El Papa morirá en 12 meses”. Pero no solo eso. Según la carta del obispo colombiano, escrita en alemán y bajo el sello de “estrictamente confidencial”, el arzobispo de Palermo se ha despachado a gusto en el país asiático contando supuestos secretos del Vaticano tales como que el Papa y su número dos, Tarcisio Bertone, se llevan a matar y que Benedicto XVI está dejando todo atado y bien atado para que su sucesor al frente de la Iglesia sea el actual arzobispo de Milán, el cardenal Angelo Scola. Aquellas filtraciones de documentos, aunque todavía con cuentagotas, conmocionan al Vaticano. Su portavoz, el padre Federico Lombardi, llega a admitir que la Iglesia está sufriendo su particular Vaticanleaks. L'Osservatore romano publica un editorial en el que se describe la situación de Benedicto XVI: un pastor rodeado por lobos.
Paolo Gabriele, mientras tanto, sigue llegando cada día a las seis de la mañana al Apartamento para despertar al Papa. Es un privilegiado. Todos los trabajadores del Vaticano lo son. No ganan un gran sueldo, pero forman parte de la plantilla de una empresa con 20 siglos de antigüedad, que difícilmente irá a la quiebra, con prestigio social en la ciudad de Roma y una serie de ventajas —vivienda dentro de las 40 hectáreas del Vaticano, gasolina muy barata— que en la mayoría de los casos heredan sus hijos. La tormenta que esos días —finales de 2011— azota a la Iglesia amainará. Como siempre por los siglos de los siglos. Hay una anécdota muy representativa. Hace unos años, un periodista español le preguntó a un cardenal por un conflicto en el seno de la Iglesia. El purpurado, muy serio, inició así su respuesta: “Ya tuvimos ese problema en el siglo XIII…”.
La respuesta, aun con otras palabras, sigue siendo la misma, incluso la más común durante los días posteriores a la detención de Paoletto: “Ya tuvimos problemas parecidos, e incluso mayores, y siempre salimos adelante. Tal vez lo que ahora cambie es la velocidad y la magnitud en la difusión de la noticia. Eso, y no su gravedad, es lo que agranda el problema”. Un problema, una guerra de poder, puramente italiana. Tanto los apellidos que ilustran esta historia de intrigas y golpes bajos como las armas elegidas para el duelo tienen denominación de origen. “Un típico juego italiano”, lo califican algunos medios de información. Hay, además, una razón de peso para que sea así. La silla de Pedro lleva siendo ocupada por un extranjero desde 1978. A un Papa polaco (Juan Pablo II, desde 1978 a 2005) lo sucedió un Papa alemán (Benedicto XVI, desde entonces a hoy) y, si los cardenales italianos menores de 80 años —los únicos que pueden participar en el cónclave— no andan espabilados, pueden perder una oportunidad de oro. A día de hoy, los purpurados electores son 122. Italianos, 30 (menos de un cuarto), estadounidenses, 11, y alemanes, 6. Si cuando Joseph Ratzinger muera, o dimita, no le sucede un italiano, la próxima vez será más difícil.
Antes incluso del escándalo, ya era patente el excesivo peso de la Iglesia italiana en el Vaticano. Prácticamente todos los cargos de responsabilidad relacionados con las finanzas están en manos italianas, aunque sean norteamericanos y alemanes los mayores contribuyentes. De igual forma, aunque América, Asia y África sean ya más el presente que el futuro de la Iglesia católica, en el último consistorio, celebrado el 18 de febrero pasado, no fue nombrado cardenal ningún africano y solo un latinoamericano. Hace unos días, un alto representante del Vaticano manifestaba su contrariedad: “En América Latina está ya el 47% de los católicos del mundo. Allí las iglesias están llenas y en Europa vacías, pero al Vaticano les sigue costando mucho nombrar cardenales que no sean europeos…”. Miloslav Vlk, cardenal de Praga y portavoz de la Iglesia Internacional, lo dice sin tapujos: “Tal vez hemos perdido el impulso que nos dio Pablo VI y Juan Pablo II y luego recogido por Benedicto XVI: una Iglesia que se abra al mundo, un colegio cardenalicio y una Curia más internacional y por tanto más capaz de escuchar las voces y recoger la energía que llegan también de lejos”.
La detención del mayordomo se produce unas horas después de otro hecho muy grave. El despido fulminante de Ettore Gotti Tedeschi, presidente del Instituto para las Obras de Religión (IOR), conocido como el Banco Vaticano. La primera explicación habla de “irregularidades en su gestión”, pero enseguida el tono va subiendo hasta llegar casi al linchamiento. La primera explicación oficial achaca al economista, de 67 años, “no haber desarrollado funciones de primera importancia para su cargo”. Lo cierto es que la Banca del Vaticano está siendo sometida desde el pasado septiembre a una investigación judicial por supuesta violación de las normas contra el blanqueo de capitales. Además de a Gotti Tedeschi —presidente también del Santander Consumer Bank, la filial italiana del Banco Santander—, la fiscalía investiga al director general del IOR, Paolo Cipriani. El directivo depurado se muestra enfurecido en sus declaraciones a la prensa: “Prefiero no hablar. Si lo hiciera, solo diría palabras feas. Me debato entre el ansia de explicar la verdad y no querer turbar al Santo Padre con tales explicaciones”. Tedeschi es de los pocos que guarda fidelidad al Papa. De hecho, fue el propio Joseph Ratzinger quien se lo recomendó a Bertone. Eran más que viejos amigos. El economista, miembro del Opus Dei, había colaborado con el Papa en la encíclica Caritas in veritate. Ahora la colaboración que le pedía era más terrenal y, por tanto, más difícil: rescatar de las manos del demonio las cuentas de Dios. Limpiar el Banco del Vaticano. Bertone y Tedeschi chocan. Trasciende que desde hace tiempo no se hablan. El economista amigo del Papa amenaza con dimitir. El secretario de Estado se le adelanta. Lo despide. Pero no se contenta con eso. En plena guerra de filtraciones, aparece un documento en el que se vapulea al ya ex presidente…
El asunto queda en segundo lugar. Toda la atención está ahora puesta en la suerte de Paolo Gabriele. La primera pregunta es: ¿por qué lo hizo? La segunda: ¿para quién? Roma es tomada por una banda de cuervos anónimos que se dicen compañeros de Paoletto, una especie de cruzada contra los asuntos turbios del Vaticano. “Paoletto no está solo”, aseguran, “somos muchos, incluso muy arriba. Queremos defender al Papa, denunciar la corrupción, hacer limpieza en el Vaticano”. Las voces anónimas confirman lo que ya se sabía —el Vaticano es desde hace meses un campo de batalla entre distintas facciones que luchan por el poder—, pero sus teóricas intenciones son difíciles de creer. Tan increíbles como algunos de los detalles de la operación: al frente estaría una mujer y la tropa estaría formada por una pléyade de vengadores, desde cardenales a mayordomos, incluido un pirata informático. Su principal objetivo: proteger al Papa de Tarcisio Bertone.
Después de muchos días en silencio, el Papa habla. Pero no dice nada. Se remonta 20 siglos atrás para recordar que Jesús también fue traicionado. Acusa a los medios de comunicación de magnificar el problema y confirma a todos sus colaboradores —Tarcisio Bertone incluido— en sus puestos. Los muros del Vaticano se cierran aún más. El misterio, siempre presente en las historias religiosas y laicas de Roma, lo envuelve todo. ¿Ha hablado ya Paoletto? ¿Ha dicho si robó la correspondencia del Papa por su cuenta o por encargo? Tal vez sea el padre George, sentado junto a su fax, el único que sabe la verdad, tal vez el único que cumple su función de proteger al Papa. O tal vez no. Si en algo coinciden creyentes y descreídos de un lado y otro del Tíber es que, como es habitual en los asuntos que conciernen al Vaticano, jamás se sabrá la verdad. Nunca se conocerá el verdadero jefe de Paolo Gabriele, la identidad del cuervo vestido de púrpura. La Iglesia católica, que necesita de la fe para seguir existiendo, sigue sintiéndose cómoda en la oscuridad. “Ya tuvimos ese problema en el siglo XIII…”. En su primera encíclica —Deus caritas est (2005)—- Benedicto XVI citaba una frase de San Agustín que ahora suena profética:
—”Sin justicia, ¿qué son los reinos sino una gran banda de ladrones?”