miércoles, 8 de agosto de 2012

¿Por qué Benedicto XVI necesita que Juan Pablo II sea canonizado?

La elevación a los altares católico del anterior Papa Juan Pablo II, es un hecho singular que merece ser previamente comentado.
Se trató sin duda de un Papa carismático, viajero, cercano al pueblo y envuelto de un áurea de aparente santidad, por ello, desde su muerte fue objeto de un trato que no tuvo parangón en el Vaticano. Fue denominado Juan Pablo Magno, se le beatificó en tiempo récord y va camino a la canonización y a convertirse en un santo más para la iglesia católica, apostólica y romana.

Pero tras todo este proceso que para muchos puede ser justo, se encierra el interés institucional de la iglesia por sacar provecho a la figura de un papa que tenía tanta popularidad como un actor hollywodense y generaba tantas pasiones como una estrella de rock De este modo se asegura mantener la feligresía que el sacerdote polaco supo atraer.

Pero además se encuentra el interés personal de un hombre que se encuentra en las antípodas de la imagen que tuvo Juan Pablo II, no sólo por no ser nada carismático, sino además por su actividad puramente intelectual, de control institucional y de manejo autoritario de la institución eclesiástica. me refiero al actual Papa, Benedicto XVI, Joseph Ratzinger, quien, como sabemos fue el segundo al mando en la época del pontificado de Juan Pablo II.

Ratzinger necesita aprovechar la figura del papa viajero, necesita rodearse del carisma de Woijtyla. Sabe que la sola doctrina de la iglesia, el control, autoritario de la grey o los llamados a la moral y su presencia en encuentros ecuménicos no bastará para aplacar la crisis que viene atravesando; necesita a Juan Pablo II tanto como necesita al banco vaticano o a los colegios e instituciones educativas que controla en el mundo a través de los acuerdos con los estados.

Juan Pablo II es para Ratzinger lo que en nuestro medio suelen ser los caudillos fundadores de partidos políticos o movimientos, un ancla, un referente y una imagen de propaganda. Por ello el interés en la canonización, que se parece a esos diplomas y medallas que suelen imponerse los políticos para levantar su alicaída imagen.

Ni más ni menos un vulgar negocio.  

Y así fue con Santa Rosa y con san Martín en el Virreynato, pero eso es otra historia.   

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